'Mi gran noche': Escándalo en el plató

Sinopsis
José, en paro, es enviado por la ETT de figurante a un pabellón industrial a las afueras de Madrid para trabajar en la grabación de un programa especial de Nochevieja en pleno mes de agosto. Cientos de personas como él llevan semana y media encerrados día y noche, sudando desesperados mientras fingen reír, festejando estúpidamente la falsa venida del año nuevo, una y otra vez. No hay nadie contento. Alphonso, la estrella carismática de la canción, es capaz de todo para asegurarse que su actuación tendrá el máximo share. Adanne, su antagonista, joven cantante latino, es acosado por las fans que quieren chantajearle. Los presentadores del programa se odian, compitiendo entre sí para ganarse la confianza del productor, que lucha por impedir el cierre de la cadena. Pero lo que nadie espera es que la vida de Alphonso corra peligro. Mientras ríen y aplauden sin sentido actuaciones que no ven, los figurantes enloquecen, y nuestro protagonista se enamora. ¿Podrá sobrevivir un hombre bueno a esta espiral sin sentido que es la vida?

Ficha Técnica
País: España
Año: 2015
Duración: 93 min.
Género: Comedia
Dirección: Álex de la Iglesia.
Interpretación: Raphael, Mario Casas, Pepón Nieto, Blanca Suárez, Santiago Segura, Carlos Areces, Jaime Ordóñez, Terele Pávez, Carolina Bang, Enrique Villén, Carmen Machi, Hugo Silva
Guión: Jorge Guerricaechevarría y Álex de la Iglesia
Música: Joan Valent

Crítica
España es un chiste. Uno sin gracia, con el que te ríes por no llorar. Álex de la Iglesia lo sabe. Es una constante en su filmografía, ya sea a través de la rivalidad de dos estrellas de la comedia cuya sonrisa ha quedado desfigurada por culpa de la memoria histórica, o de ese patio de vecinos sumido en la codicia más absoluta que se sacan los ojos entre sí por unos pocos trozos de papel que les hagan salir de la miseria.

“Mi gran noche” obedece a ese discurso entre líneas. La nueva comedia negra del bilbaíno retrata la España de las Mamachicho, las chonis, la cultura de la telebasura –las referencias a cierto canal privado serán gratuitas y facilonas, pero obvias y necesarias-, el ego de los famosos y los divos, el incomprensible éxito de la música machacona a ritmo de electro latino, los hijos repudiados por la patria y los ciudadanos indignados mientras otros más bribones amasan dinero a su costa. Es, en resumen, la desdibujada pero realista radiografía del país de la sonrisa forzada, la que tienen que fingir una y otra vez los figurantes de ese especial de Nochevieja que lleva una semana grabándose sin posibilidad de salir al exterior, mientras fuera, en el país de los ERE, los recortes y la desigualdad social, reina el caos.

Rodada con el pulso de un autor que cada vez demuestra tener mayor y mejor oficio tras la cámara –aquí se luce en los números musicales-, esta especie de “El ángel exterminador” pasado por la costumbrista comedia berlanganiana salida de madre es, quizá, una de las propuestas recientes más equilibradas del director. De la Iglesia apuesta por la comedia coral de un reparto en estado de gracia, comandado por un Raphael que aparece menos de lo esperado pero que está igualmente omnipresente durante todo el metraje. Todo y todos giran en torno a él, a su imponente figura y presencia. Desde Mario Casas hasta Carlos Areces, pasando por Pepón Nieto y Blanca Suárez, y haciendo mención a un Jaime Ordóñez convertido en improvisado imitador del cantante. Los actores están en su salsa, al menos los principales, pero todos bailan al son del maestro y le rinden pleitesía como el dios que es.

Y pese a este equilibrio durante su desarrollo, a de la Iglesia se le vuelve a ir la cinta de las manos. Su carácter coral y el frenesí que la acompañan no la abandonan en ningún momento. Hay que saber entrar en su desmadre a la española desde el principio. Esto juega en su contra, y tanto el guión como el ritmo acaban atropellándose a sí mismos. Menos que otras veces, pero ocurre. Puede incluso dejar la sensación de que hay tramos y personajes no del todo desaprovechados, y no es difícil perderse con ella. Un defecto, el de la pérdida de rumbo, ya marca indiscutible de la casa, que aún así no acaba por enterrar una comedia de lo más divertida, con tantas risas cómplices –el momento cicatrices, o ese “tienes algo en el ojo”- como incómodas. El desenfreno es absoluto. Es una noche especial. El escándalo en el plató está garantizado. El entretenimiento, mucho más.


NOTA: 7 sobre 10
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ESCRITO POR Gerardo Medina Pérez

Colaborador de Much Cine. Devorador empedernido de joyas, algunas no muy relucientes, del séptimo arte. Lo mismo me puede gustar El padrino que Payasos asesinos del espacio exterior

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