Sinopsis
Un agente
eventual del gobierno tendrá que
realizar una serie compleja de viajes en el tiempo con el fin de detener a un
futuro asesino.
Ficha Técnica
Dirección y guión:
Michael y Peter Spierig, a partir de la historia corta "All you
Zombies" de Robert A. Heinlein
Año: 2014
Nacionalidad:
Australia
Duración: 97
minutos
Intérpretes:
Ethan Hawke, Sarah Snook, Noah Taylor
Música: Peter
Spierig
Fotografía: Ben
Nott
Montaje: Matt
Villa
Vestuario: Wendy
Cork
Crítica
Es admirable la inquietud que los hermanos Spierig
presentan hacia el séptimo arte. De los zombis de “Undead” a los vampiros de
“Daybreakers”, y ahora a la ciencia-ficción de “Predestination”. No se casan
con ningún género en particular, son como niños que juegan y experimentan con
las bases sobre las que se fundamentan cada uno de ellos. No innovan ni
reinventan, pero sí manejan con soltura los resortes fundamentales que activan
cada tipo de propuesta de la que se hacen cargo.
Su última película no inventa nada que no hayamos
visto ya antes ni es la mejor dentro del subgénero de viajes en el tiempo. Por
ella pululan “Looper”, “Los cronocrímenes”, Minority Report o “Men in Black 3”.
Y tampoco le da una vuelta de tuerca a la ciencia-ficción, pero es capaz por un
lado de jugar con sus cartas temporales sin perderse, algo muy fácil cuando se
tiene entre manos un producto de este tipo en el que la coherencia del
argumento puede verse resentida por una simple arista mal perfilada, y por el
otro de ofrecer una película vibrante y entretenida de principio a fin, cuyos
noventa minutos mantienen al espectador atento para no llegar al acto final
sufriendo un derrame cerebral. Eso no quiere decir que no tenga golpes de
genio, como esa distópica década de los 80 que bien podría ser el siglo XXII, o
algo tan simple pero internamente tan complejo como un estuche de violín como
máquina del tiempo.
“Predestination” es un film de estructura compleja,
pero no es tan complicado de entender como pueda parecer en un principio. Es
sencillo pero a la vez es un galimatías a desentrañar, una especie de enorme
serpiente que se muerde a sí misma la cola, una enorme paradoja temporal
en la que cada acto tiene su
justificación para entender toda la trama. Por el camino arrastra esa manía a
dejar demasiadas pistas diseminadas a lo largo del relato, lo que puede hacerla
algo previsible en algunos segmentos, un tramo central en un bar que ocupa la
mitad de cinta y que puede hacer que algún espectador se apee tras su
formidable prólogo, y unos giros argumentales sujetos con pinzas y
descabellados en función de lo que el respetable sea capaz de soportar. Pero lo
compensa con su dosis de entretenimiento modesto –no hace alarde de efectos, y
los viajes temporales se consiguen con un sencillo visto y no visto en escena-,
nada grandilocuente, con su perfecto diseño de producción, con un Ethan Hawke
correcto y una Sarah Snook a la que le toca la difícil tarea de convencer con
un personaje difícil, y con ese halo a cine noir que desprende desde el
primer minuto
Los Spierig consiguen el que posiblemente sea su
mejor trabajo hasta la fecha, un inmenso laberinto en el que poco es lo que
parece, y que acaba por lanzarnos una bofetada difícil de encajar: que el libre
albedrío no existe, que somos simples marionetas con un destino ya fijado,
imperturbable. Y en esa predestinación calvinista nos hace preguntarnos qué fue
primero, si el huevo o la gallina. La respuesta más simple, el gallo, aquí no
es aplicable. Esta vez no.
NOTA: 7 sobre 10
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